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Implíquese con los demás

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La familia

Una de las principales fuentes de bienestar es la familia. Pero, ¿qué pasa a lo largo de la vida con nuestras relaciones familiares? En la infancia y la adolescencia, la familia (en la que se nace, exponente de la sociedad) es quien convierte en “persona” al individuo que nace en su seno.

En el adulto, la familia -la de origen y la elegida- sigue siendo el centro de las relaciones afectivas y lo mismo ocurre durante la vejez, la familia sigue siendo el pilar del cuidado porque no solo las personas mayores son cuidadas (esencialmente, por sus hijas) sino que cuidan, y mucho, a sus nietos facilitando que sus hijos que puedan disponer de más tiempo, tanto trabajar como disfrutar.

Los amigos

Los amigos suponen la base de nuestras relaciones sociales y son un entramado necesario para el bienestar y la calidad de vida e incluso influyen en la longevidad.

Las investigaciones pone de relieve que una nutrida red de amigos de confianza mejora de manera drástica las probabilidades de supervivencia a lo largo de ese periodo.

De hecho, en un estudio longitudinal realizado en Australia se puso de relieve que quienes disponían de los mejores círculos de amistades, vivían más tiempo y con mejor salud que los que apenas tenían amigos.

Los otros: La participación social

Envejecer activamente significa implicarse y participar no solo en el seno de la familia y con los amigos sino en el amplio mundo social. Todos los modelos de envejecimiento activo sitúan la participación como uno de los más importantes componentes del buen funcionamiento del individuo en la vejez.

Naciones Unidas, en su II Plan Internacional sobre Envejecimiento establece la importancia de la participación de las personas mayores y requiere a todas las naciones que establezcan cauces de participación para las personas mayores apoyando su compromiso social.

Mitos y Realidades

Las personas de alta participación viven más.

Verdadero Falso
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